Podría tomarte de la mano y llevarte a la casa de mi madre, para que allí me enseñaras el arte del amor. Yo misma te daría a beber un vino con especias y el jugo de mis manzanas.
Recuerda que desde niño has leído la Biblia, y que sus enseñanzas pueden hacerte sabio, para que aprendas a confiar más en Jesucristo y así seas salvo.
Entonces me arrodillé a los pies del ángel, para adorarlo, pero él me dijo: «¡No lo hagas! Adora a Dios, pues yo también le sirvo, igual que tú y que todos los que siguen confiando en el mensaje que les dio Jesús.» Porque el mensaje que Jesús enseñó es lo que anima a la gente a seguir anunciándolo.
Por eso estoy completamente seguro de que el mensaje de Dios que anunciaron los profetas es la verdad. Por favor, préstenle atención a ese mensaje, pues les dirá cómo vivir hasta el día en que Cristo vuelva y cambie sus vidas.
¡Cómo quisiera que fueras mi hermano! ¡Cómo quisiera que mi madre te hubiera alimentado! Podría darte un beso al encontrarte en la calle, y nadie lo notaría.