Ya estoy dentro de mi jardín, amada mía; y encuentro en él bálsamo y mirra. Allí pruebo la miel de mi panal, y bebo vino y leche. ¡Vamos, amigos, coman y beban! ¡Queden saciados de amor!
¡Despierta, viento del norte! ¡Ven acá, viento del sur! ¡Soplen sobre mi jardín y esparzan su fragancia! ¡Ven a tu jardín, amado mío, y prueba sus deliciosos frutos!
El Espíritu de Dios y la esposa del Cordero dicen: «¡Ven, Señor Jesús!» Y todos los que estén escuchando digan: «¡Ven, Señor Jesús!» Y el que tenga sed y quiera agua, que venga y tome gratis del agua que da vida eterna.
»En una boda, el que se casa es el novio, y el mejor amigo del novio se llena de alegría con solo escuchar su voz. Así de alegre estoy ahora, porque el Mesías está aquí.
Isaías dijo: «Cuando vean todo esto, el corazón se les llenará de alegría y tendrán nuevas fuerzas. Porque Dios mostrará su poder entre sus seguidores y su enojo entre sus enemigos.
Dios también dijo: «Mis fieles seguidores tendrán comida, pero ustedes, los que se apartan de mí, sentirán hambre; mis seguidores tendrán agua, pero ustedes tendrán sed. »Mis seguidores se alegrarán, pero ustedes quedarán avergonzados.
»Así como de la tierra brotan las semillas, y en el jardín nacen las plantas, así Dios hará brotar la justicia y la alabanza entre todas las naciones».
»Yo los guiaré constantemente, les daré agua en el calor del desierto, daré fuerzas a su cuerpo, y serán como un jardín bien regado, como una corriente de agua.
»Aunque Jerusalén está en ruinas, yo la consolaré y la convertiré en un hermoso jardín. Será como el jardín que planté en Edén. Entonces Jerusalén celebrará y cantará canciones de alegría y de acción de gracias».
»Yo, el Rey, les diré: “Lo que ustedes hicieron para ayudar a una de las personas menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como si lo hubieran hecho para mí.”
»Después de tanto sufrimiento, comprenderá el valor de obedecer a Dios. El fiel servidor, aunque inocente, fue considerado un criminal, pues cargó con los pecados de muchos para que ellos fueran perdonados. Él dio su vida por los demás; por eso Dios lo premiará con poder y con honor».
Pero Tiro no disfrutará de sus ganancias, sino que se las dará a Dios, y con ellas se comprarán abundantes alimentos y ropas finas para los que adoran a Dios.
¡Cómo quisiera que fueras mi hermano! ¡Cómo quisiera que mi madre te hubiera alimentado! Podría darte un beso al encontrarte en la calle, y nadie lo notaría.
Los hermanos se sentaron a comer. De pronto vieron que se acercaba un grupo de comerciantes. Eran unos ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos estaban cargados de finos perfumes y hierbas de rico olor, que los ismaelitas pensaban vender en Egipto.