El ángel también me dijo: «Los ríos que has visto, y sobre los cuales está sentada la prostituta, representan a pueblos y a gente de diferentes idiomas y países.
Pero después de esos tres días y medio Dios volvió a darles vida, y ellos se pusieron de pie; y todas las personas que los vieron tuvieron mucho miedo.
También se le permitió pelear contra el pueblo de Dios y derrotarlo, y además se le dio autoridad sobre la gente de todas las razas y pueblos, idiomas y países.
Podemos vivir cien años, y llegar a tener cien hijos, pero si no disfrutamos de las cosas buenas de la vida, ni tampoco nos entierran como se debe, yo digo que un niño que nace muerto ha tenido mejor suerte que nosotros.
Apenas hizo esto, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron delante de él. Cada uno tenía un arpa, y llevaba una copa llena de incienso que representaba las oraciones del pueblo de Dios.
Isaías anunció: «¡Qué mal te va a ir, Asiria! ¡Tú eres el destructor de mi pueblo! Cuando acabes de destruirlo, también tú serás destruido; cuando acabes de traicionarlo, también tú serás traicionado».
Y todos ellos cantaban esta nueva canción: «Solo tú mereces tomar el libro y romper sus sellos. Porque fuiste sacrificado, y con tu sangre rescataste para Dios, a gente de toda raza, idioma, pueblo y nación.