Después de esto, vi una puerta abierta en el cielo. Entonces la voz que había escuchado al principio, y que resonaba tan fuerte como una trompeta, me dijo: «¡Acércate!, voy a enseñarte lo que está por suceder.»
Mientras ellos iban caminando y conversando, apareció una carroza de fuego tirada por caballos de fuego y separó a los dos profetas. Entonces Elías subió al cielo en un remolino.
Después Dios nos llevará a nosotros, los que estemos vivos en ese momento, y nos reunirá en las nubes con los demás. Allí, todos juntos nos encontraremos con el Señor Jesús, y nos quedaremos con él para siempre.
La mujer tuvo un hijo que gobernaría con gran poder a todos los países de este mundo. Pero le quitaron a su hijo y lo llevaron ante Dios y ante su trono.
»Llegan barcos de alta mar trayendo a los habitantes de Jerusalén con su oro y su plata. Vienen para adorarme, pues soy el Dios santo de Israel que los llena de poder.
Los profetas que vivían en Jericó fueron a ver a Eliseo y le preguntaron: —¿Ya sabes que Dios va a quitarte a tu maestro hoy? Él contestó: —Sí, ya lo sé, pero no digan nada.
Te decías a ti mismo: “Voy a subir hasta el cielo, allí pondré mi trono por encima de las estrellas de Dios. Reinaré desde la montaña donde viven los dioses.
Además, Dios dañó las ruedas de sus carros de guerra, de modo que no podían avanzar. Entonces los egipcios gritaron: «¡Huyamos de los israelitas, pues su Dios está peleando contra nosotros!»