Por tercera vez le dijo: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se puso muy triste de que tres veces le había preguntado si lo quería. Entonces le contestó: —Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: —Cuida de mis ovejas.
Pero Dios le dijo: «Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Este no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón».
Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él, pues Dios puede verlo todo con claridad, y ante él seremos responsables de todo lo que hemos hecho.
Para eso lo elegí, para que les ordene a sus hijos y a toda su familia que me obedezcan, y que hagan lo que es bueno y justo. Si Abraham lo hace así, yo cumpliré con todo lo que le he prometido».
—Ni lo uno ni lo otro —respondió el hombre—. Yo soy el jefe del ejército de Dios. Y aquí me tienes. Josué cayó de rodillas, y con gran reverencia se inclinó hasta el suelo y le dijo: —Estoy a tus órdenes. Haré cualquier cosa que me pidas.