Cumplo todas tus leyes, y jamás me aparto de ellas.
No me he apartado de tu enseñanza porque tú eres mi maestro.
Dios mío, no me hagas quedar mal, pues confío en tus mandamientos y he decidido obedecerlos.
Ustedes son mis amigos, si hacen lo que les mando.
Isabel y Zacarías eran muy buenos y obedecían todos los mandamientos de Dios.
Por eso los sigo y no soporto la mentira.
Siempre estoy repitiendo las enseñanzas que nos diste. En ellas pongo toda mi atención, pues me hacen más feliz que todo el oro del mundo.
Si los cumplo, no tendré de qué avergonzarme.
»No se olviden de su Dios. Obedezcan todos sus mandamientos que en este día les doy.
»Si ustedes cumplen siempre todas estas enseñanzas, Dios también cumplirá las buenas promesas del pacto que hizo con nuestros antepasados.