»Dios mío, tú reprendiste al mar, y por causa de tu enojo el fondo del mar quedó a la vista. En tu enojo resoplaste, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto.
Si reprende al mar y a los ríos, estos se quedan secos por completo y se marchitan las flores del Líbano, los campos de Basán y el monte Carmelo.
El Mar de los Juncos quedó seco cuando oyó tu reprensión; tú hiciste que nuestros abuelos cruzaran el fondo del mar como si cruzaran el desierto.
1 (1b) Dios y pastor nuestro, ¿por qué nos rechazas? ¿Vas a estar siempre enojado con este pueblo que es tu rebaño?
Echaba humo por la nariz, arrojaba fuego por la boca, lanzaba carbones encendidos.