Joab le contestó: —Te juro por Dios que, si no hubieras dicho nada, mis hombres te habrían perseguido, a ti y a los tuyos, hasta el amanecer.
Si comienzas una pelea, ya no podrás controlarla; es como un río desbordado, que arrastra todo a su paso.
Abner desafió a Joab y le dijo: —Deja que tus jóvenes peleen con los míos, para ver quiénes son mejores. Joab aceptó el desafío,
»Creíste que nunca dejarías de ser reina y no te pusiste a pensar cómo terminaría todo esto.
no vayas corriendo a los tribunales, no sea que, al fin de cuentas, otro testigo lo niegue y te ponga en vergüenza.
Siempre que hagas planes, sigue los buenos consejos; nunca vayas a la guerra sin un buen plan de batalla.
La respuesta amable calma el enojo; la respuesta grosera lo enciende más.
«Dios me tiene amargado y no quiere hacerme justicia, pero juro en su nombre
Pero Abner le gritó a Joab: —Ya no nos matemos unos a otros. Ordénales a tus soldados que dejen de perseguirnos. Al fin de cuentas, somos hermanos, y lo único que vamos a sacar de todo esto es dolor y tristeza.
Enseguida Joab tocó la trompeta, y sus soldados dejaron de perseguir a los israelitas. A partir de ese momento, dejaron de pelear con ellos.