Nosotros existimos porque Dios quiso que existiéramos, y hasta nos puso el nombre que tenemos; pero no podemos luchar contra él, porque es más fuerte que nosotros.
Cuando Saúl se enteró de esto, le reclamó a Mical: —¿Por qué me engañaste? ¿Por qué ayudaste a escapar a mi enemigo? Y Mical le contestó: —David me amenazó. Me dijo que si no lo ayudaba a escapar, me mataría.