Si yo gobernara este país, los atendería y les haría justicia.
Si yo fuera jefe de ustedes, echaría de aquí a Abimélec y le diría que reúna a todos los soldados que pueda para pelear contra mí».
Les prometen que serán libres de hacer lo que quieran, pero ellos mismos no pueden dejar de hacer el mal. Y será ese mismo mal el que acabará por destruirlos, pues quien no puede dejar de pecar es esclavo del pecado.
No presumas de ti mismo; deja que te alaben los demás.
Cuando estés ante el rey, no te sientas importante ni te des aires de grandeza.
Además, a los que se acercaban a saludarlo y se inclinaban ante él, Absalón los levantaba, los abrazaba y los besaba.