Al día siguiente Moisés volvió a salir, y al ver que dos israelitas se estaban peleando, le dijo al que golpeaba al otro: —¿Por qué le pegas a uno de tu propio pueblo?
Ahora toda mi familia se ha puesto en contra mía. Quieren que les entregue al único hijo que me queda, para vengar al que murió, ¡y no les importa que yo me quede sin hijos! Si lo matan, yo me quedaré sola, y el apellido de mi marido se perderá para siempre.
Allí Absalón les dijo a sus sirvientes: «Vigilen bien a Amnón, y cuando ya esté muy borracho y yo les diga que lo maten, mátenlo. No tengan miedo, que lo van a matar porque yo lo ordeno».