Y el rey le dijo: —Pues si alguien quiere hacerte daño, dímelo y verás que no volverá a molestarte.
La mujer le respondió: —¡Pero el problema es mío y de mi familia, y no de Su Majestad ni de su reino!
Ella dijo entonces: —Pídale usted a Dios que nadie mate a mi hijo. El rey contestó: —Te juro por Dios que nada le pasará a tu hijo.
Entonces el rey David le dijo a Sibá: —Desde hoy, todo lo que era de Mefi-bóset será para ti. Yo te lo doy. Sibá le dijo al rey: —Yo estoy para servir a Su Majestad. Muchas gracias por este favor que me hace.