»¡Tanto las flechas de Jonatán como la espada de Saúl siempre estaban empapadas de sangre! ¡Siempre se clavaban en la grasa de sus enemigos más valientes!
Yo enviaré contra Babilonia grandes naciones del norte que la atacarán, la conquistarán y se quedarán con todas sus riquezas. Sus soldados son de lo mejor; ¡sus flechas siempre dan en el blanco!