Saúl echó suertes y le pidió al Dios de Israel: «Dime quién tiene la culpa, si Jonatán, el pueblo, o yo». La suerte recayó sobre Jonatán y Saúl, de modo que el pueblo quedó libre de culpa.
Parece que se han olvidado de que soy yo quien siempre los ayuda en todos sus problemas. »Pero no importa. Ahora preséntense ante mí por tribus y familias».
Luego echaron suertes entre las familias de Benjamín y ganó la familia de Matrí. Volvieron a echar suertes, y Saúl resultó elegido. Sin embargo, no lo podían encontrar.
Abner habló también con la gente de Benjamín, y él mismo fue a Hebrón con veinte hombres, y le contó a David que todos en Israel y Benjamín estaban dispuestos a reconocerlo como rey. David hizo entonces una fiesta para Abner y sus soldados,
Al mismo tiempo, los marineros decían: —Echemos suertes para saber quién tiene la culpa de nuestra desgracia. Echaron suertes, y Jonás resultó culpable.