Por eso le dijo: —¿No te da vergüenza estar borracha? ¡Deja ya la borrachera!
Dejen de estar tristes y enojados. No griten ni insulten a los demás. Dejen de hacer el mal.
Por eso, ya no deben mentirse los unos a los otros. Todos nosotros somos miembros de un mismo cuerpo, así que digan siempre la verdad.
Jovencito perezoso, ¿cuánto más seguirás durmiendo?, ¿cuándo vas a despertar?
No te rebajes diciendo palabras malas e indecentes.
3 (4) Ustedes, todos ustedes, ¡ya dejen de atacarme y de querer acabar conmigo! ¡Hasta parezco una pared inclinada, una cerca a punto de caerse!
y si tú y tu familia dejan de hacer el mal,
«¡Hablas con la violencia de un fuerte huracán! ¿Cuándo te vas a callar?
Fue así como el Espíritu Santo los llenó de poder a todos ellos, y enseguida empezaron a hablar en otros idiomas. Cada uno hablaba según lo que el Espíritu Santo le indicaba.
Pero algunos comenzaron a burlarse de los apóstoles, y los acusaban de estar borrachos.