Biblia Todo Logo
Referencias Cruzadas

- Anuncios -




Juan 3:2

Biblia Palabra de Dios para Todos

Este fue de noche a donde estaba Jesús y le dijo: —Maestro, nosotros sabemos que Dios te envió a enseñarnos porque nadie sin la ayuda de Dios puede hacer las señales milagrosas que tú haces.

Ver Capítulo Copiar

30 Referencias Cruzadas  

»Pero yo tengo un testimonio de más valor que el de Juan, las obras que yo hago son mi testimonio. El Padre me dio estas obras para hacer y ellas demuestran que él me envió.

Ustedes saben que a Jesús de Nazaret, Dios lo llenó del Espíritu Santo y de poder. Él fue por todas partes haciendo el bien y sanando a los que vivían oprimidos por el diablo. Lo pudo hacer porque Dios estaba con él.

»Israelitas, escuchen estas palabras: Dios aprobó a Jesús de Nazaret y lo demostró ante ustedes con las obras poderosas, las maravillas y las señales milagrosas que hizo a través de él. Ustedes bien saben que es verdad porque lo vieron.

Algunos de los fariseos dijeron: «Ese hombre no es de Dios porque no respeta el día de descanso». Otros decían: «¿Pero cómo es que un hombre pecador puede hacer estas señales milagrosas?» Entonces hubo una discusión entre ellos.

Aunque Jesús había hecho estas señales milagrosas delante de ellos, todavía no creían.

Jesús se dio la vuelta, vio que lo seguían y les preguntó: —¿Qué quieren? Ellos le dijeron: —Rabí, (que significa: Maestro) ¿dónde te estás quedando?

Enviaron a sus propios seguidores con algunos herodianos, quienes le dijeron: —Maestro, sabemos que eres un hombre honesto y enseñas con sinceridad el camino de Dios. No temes decir lo que piensas porque no tratas a la gente según su nivel social, sino que eres imparcial.

Muchos de la multitud creían en él y decían: —Cuando venga el Mesías, ¿acaso hará más señales milagrosas que este hombre?

Jesús le dijo: —¡María! Ella se volvió y le dijo en arameo: —¡Rabuni! (que significa: Maestro).

No tendrían ninguna culpa si yo no hubiera hecho las obras que hice entre ellos. Si no hubiera sido así, no serían culpables, pero han visto las obras que hice y siguen odiándonos a mí y a mi Padre.

fueron a decirle a Juan: —Maestro, fíjate que ahora el hombre de quien diste testimonio, que estaba contigo al otro lado del Jordán, está bautizando a la gente y todos lo siguen.

Ellos fueron y le dijeron: —Maestro, sabemos que eres un hombre honesto. No te dejas llevar por lo que piensen los demás pues para ti todos son iguales. Enseñas con sinceridad el camino de Dios. Dinos, ¿está bien que paguemos impuestos al emperador? ¿Debemos pagarlos o no?

Gedeón llamó a diez de sus hombres para que le ayudaran a hacer lo que el SEÑOR le había mandado. Sin embargo, Gedeón tenía miedo de que lo viera su familia o la gente del pueblo, así que lo hizo durante la noche en lugar de durante el día.

Escúchenme ustedes, los que conocen la verdad, pueblo que tiene presente mi enseñanza. No tengan miedo de las maldades que dice la gente. No se molesten con sus insultos.

Además, mis cadenas han servido para animar a la mayoría de mis hermanos en el Señor a no tener miedo de dar a conocer el mensaje.

La mujer contestó: —Ahora sé que de verdad eres un hombre de Dios y sé que el SEÑOR verdaderamente habla por medio de ti.

El rey Sedequías le juró en secreto a Jeremías esto: «Juro por el SEÑOR que nos creó y nos dio vida que no te mataré y que no te entregaré en manos de esos hombres que quieren matarte».

También les gusta que la gente los salude con respeto en las plazas y que los llamen “maestro”.

»Pero ustedes no dejen que nadie los llame “maestro”. Ustedes solamente tienen un Maestro y todos ustedes son iguales como hermanos y hermanas.

Esta fue la primera de las señales milagrosas que Jesús hizo. Sucedió en Caná de Galilea. Así mostró su grandeza y sus seguidores creyeron en él.

Mientras tanto, los seguidores le rogaban a Jesús: —Maestro, come algo.

Mucha gente lo seguía porque veía las señales milagrosas que hacía al sanar a los enfermos.

Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean en las obras que hago para que sepan con toda seguridad que el Padre está en mí y yo en él.

¿Cierto que tú crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Lo que yo les digo no lo digo por mi propia cuenta. El Padre que está en mí hace sus propias obras.




Síguenos en:

Anuncios


Anuncios