Cuando se acabó el vino, la mamá de Jesús le dijo: —Ya no tienen vino.
el vino que alegra el ánimo, el aceite que suaviza la piel, y el alimento que sustenta al ser humano.
No se preocupen por nada, más bien pídanle al Señor lo que necesiten y agradézcanle siempre.
Así que las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: —Señor, tu estimado amigo Lázaro está enfermo.
porque esto es mi sangre que establece el nuevo pacto, la cual es derramada para perdonar los pecados de muchos.
En las calles piden vino a gritos. Se aguó la fiesta; la alegría desapareció de la tierra.
Comer agrada a la gente, el vino le alegra la vida y el dinero le resuelve muchos problemas.
También habían invitado a Jesús y a sus seguidores a la boda.
Jesús le dijo: —Mamá, ¿yo qué tengo que ver con eso? Todavía no ha llegado mi hora.