Por eso dice el Señor omnipotente: «¡Yo pongo en Sión una piedra probada!, piedra angular y preciosa para un cimiento firme; el que confíe no andará desorientado.
Booz, por su parte, subió hasta la puerta de la ciudad y se sentó allí. En eso pasó el pariente redentor que él había mencionado. ―Ven acá, amigo mío, y siéntate —le dijo Booz. El hombre fue y se sentó.