Entonces Elías le dijo a Eliseo: ―Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado a Betel. Pero Eliseo le respondió: ―Tan cierto como que el Señor y tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo. Así que fueron juntos a Betel.
Pero, si os parece mal servir al Señor, elegid vosotros mismos a quiénes vais a servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora habitáis. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor».
Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.
Entonces Josué les dijo: ―Vosotros sois incapaces de servir al Señor, porque él es Dios santo y Dios celoso. No os tolerará vuestras rebeliones y pecados.
Pero Rut respondió: ―¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! »Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.