Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.
Vosotros, que transportáis los utensilios del Señor, ¡poneos en marcha, salid de allí! ¡Salid de en medio de ella, purificaos! ¡No toquéis nada impuro!
Así que, hijos míos, no seáis negligentes, pues el Señor os ha escogido a vosotros para que estéis en su presencia, y le sirváis, y seáis sus ministros y le queméis incienso».
En aquel tiempo el Señor designó la tribu de Leví para llevar el arca del pacto y estar en su presencia, y para ministrar y pronunciar bendiciones en su nombre, como hasta hoy lo hace.
Se sentará como fundidor y purificador de plata; purificará a los levitas y los refinará como se refinan el oro y la plata. Entonces traerán al Señor ofrendas conforme a la justicia,