Para el holocausto, presentó un novillo, un carnero y un cordero de un año.
Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.
Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado.
Te ofreceré holocaustos de animales engordados, junto con el humo de ofrendas de carneros; te ofreceré toros y machos cabríos. Selah
También presentó una bandeja de oro de ciento diez gramos, llena de incienso.
Para el sacrificio expiatorio, presentó un macho cabrío.
No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces.
«¿De qué me sirven vuestros muchos sacrificios? —dice el Señor—. Harto estoy de holocaustos de carneros y de la grasa de animales engordados; la sangre de toros, corderos y cabras no me complace.