»Nadie podrá vender ni rescatar sus bienes, sean hombres, animales o campos, si los ha consagrado como propiedad exclusiva del Señor. Todo cuanto se consagra como propiedad exclusiva del Señor es cosa santísima.
Ellos se alimentarán de la ofrenda de cereal y de las víctimas ofrecidas por el pecado y por la culpa. Además, todo lo que los israelitas consagren al Señor será para ellos.