¿Por qué no había nadie cuando vine? ¿Por qué nadie respondió cuando llamé? ¿Tan corta es mi mano que no puede rescatar? ¿Me falta acaso fuerza para liberarlos? Yo seco el mar con una simple reprensión, y convierto los ríos en desierto; por falta de agua, sus peces se pudren y se mueren de sed.
Porque yo, el Señor, hablaré, y lo que diga se cumplirá sin retraso. Pueblo rebelde, mientras vosotros aún tengáis vida, yo cumpliré mi palabra. Lo afirma el Señor omnipotente”».
Yo, el Señor, lo he dicho, y lo cumpliré. Yo mismo actuaré, y no me voy a retractar. No tendré compasión ni me arrepentiré. Te juzgaré conforme a tu conducta y a tus acciones. Lo afirma el Señor omnipotente”».
Los descendientes de Jacob declaran: «¿Acaso ha perdido el Señor la paciencia? ¿Es esta su manera de actuar? ¿Acaso no hacen bien sus palabras? ¿Acaso no caminamos con el Justo?»
El ayudante personal del rey replicó: ―¡No me digas! Aunque el Señor abriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa! ―Pues lo verás con tus propios ojos —le advirtió Eliseo—, pero no llegarás a comerlo.
¿Por qué te encuentras confundido, como un guerrero impotente para salvar? Señor, tú estás en medio de nosotros, y se nos llama por tu nombre; ¡no nos abandones!
El Señor le respondió: ―Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón. Realmente, solo por mi mano poderosa va a dejar que se vayan; solo por mi mano poderosa va a echarlos de su país.
―¿Cómo voy a alimentar a cien personas con esto? —replicó el criado. Pero Eliseo insistió: ―Dale de comer a la gente, pues así dice el Señor: “Comerán y habrá de sobra”.