«No llevéis nada para el camino: ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni dos mudas de ropa —les dijo—.
Luego Jesús dijo a todos: ―Cuando os envié sin monedero ni bolsa ni sandalias, ¿acaso os faltó algo? ―Nada —respondieron.
Confía en el Señor y haz el bien; establécete en la tierra y mantente fiel.
Ningún soldado que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles.
Luego dijo Jesús a sus discípulos: ―Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis.
―El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna —les contestó Juan—, y el que tiene comida debe hacer lo mismo.
Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más hará por vosotros, gente de poca fe!
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa, y había allí un grupo numeroso de recaudadores de impuestos y otras personas que estaban comiendo con ellos.
Reunió a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus malignos.
En cualquier casa que entréis, quedaos allí hasta que salgáis del pueblo.