Recobró la vida y al instante se levantó. Jesús mandó darle de comer.
El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario. ―Quitadle las vendas y dejad que se vaya —les dijo Jesús.
Él dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de lo ocurrido, y les mandó que dieran de comer a la niña.
Pero él la tomó de la mano y le dijo: ―¡Niña, levántate!
Los padres se quedaron atónitos, pero él les advirtió que no contaran a nadie lo que había sucedido.