―Y nosotros, ¿qué debemos hacer? —le preguntaron unos soldados. ―No extorsionéis a nadie ni hagáis denuncias falsas; más bien, conformaos con lo que os pagan.
Pero Zaqueo dijo resueltamente: ―Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y, si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.
Luego oí en el cielo un gran clamor: «Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.
para que seáis intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella brilláis como estrellas en el firmamento,