»¡Huid de Jerusalén, benjaminitas! ¡Tocad la trompeta en Tecoa! ¡Levantad señal en Bet Haqueren! Una desgracia, una gran destrucción, nos amenaza desde el norte.
Pero, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió esta tierra, dijimos: “Vámonos a Jerusalén, para escapar del ejército babilonio y del ejército sirio”. Por eso ahora vivimos en Jerusalén».
Entonces Moisés le advirtió a la gente: ―¡Alejaos de las tiendas de estos impíos! No toquéis ninguna de sus pertenencias, para que vosotros no seáis castigados por los pecados de ellos.
Cuando ya los habían sacado de la ciudad, uno de los ángeles le dijo: ―¡Escápate! No mires hacia atrás, ni te detengas en ninguna parte del valle. Huye hacia las montañas, no sea que perezcas.