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Referencias Cruzadas

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Lucas 15:20

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.

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22 Referencias Cruzadas  

Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan.

Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad.

Pero ahora en Cristo Jesús, a vosotros que antes estabais lejos, Dios os ha acercado mediante la sangre de Cristo.

«¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!

Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Entonces los dos se pusieron a llorar.

Él vino y proclamó paz a vosotros que estabais lejos y paz a los que estaban cerca.

»¿Acaso no es Efraín mi hijo amado? ¿Acaso no es mi niño preferido? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de él. Por él mi corazón se conmueve; por él siento mucha compasión —afirma el Señor—.

He visto sus caminos, pero lo sanaré; lo guiaré y lo colmaré de consuelo. Y a los que lloran por él

José hizo que prepararan su carruaje, y salió a Gosén para recibir a su padre Israel. Cuando se encontraron, José se fundió con su padre en un abrazo, y durante un largo rato lloró sobre su hombro.

Y abrazó José a su hermano Benjamín, y comenzó a llorar. Benjamín, a su vez, también lloró abrazado a su hermano José.

Todos lloraban inconsolablemente mientras lo abrazaban y lo besaban.

En efecto, la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar.

»¿Cómo podría yo entregarte, Efraín? ¿Cómo podría abandonarte, Israel? ¡Yo no podría entregarte como entregué a Admá! ¡Yo no podría abandonarte como a Zeboyín! Dentro de mí, el corazón me da vuelcos, y se me conmueven las entrañas.

Joab fue a comunicárselo al rey; este, por su parte, mandó llamar a Absalón, el cual se presentó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, le hizo una reverencia. A su vez, el rey recibió a Absalón con un beso.

Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”.

El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”.




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