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Referencias Cruzadas

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Lucas 10:42

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.

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36 Referencias Cruzadas  

Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.

pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.

»Ciertamente os aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.

Al oír esto, Jesús añadió: ―Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.

Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.

¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?

A ti, Señor, te pido ayuda; a ti te digo: «Tú eres mi refugio, mi porción en la tierra de los vivos».

»Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que viváis tú y tus descendientes.

He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios.

Por lo tanto, prestad mucha atención. Al que tiene, se le dará más; al que no tiene, hasta lo que cree tener se le quitará».

Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”

Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón.

Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso.

Vended vuestros bienes y dad a los pobres. Proveeros de bolsas que no se desgasten; acumulad un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya.

El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre.

Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemente.

Y Josué les dijo una vez más: ―Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis decidido servir al Señor. ―Sí, sí lo somos —respondió toda la asamblea.

Pero, si os parece mal servir al Señor, elegid vosotros mismos a quiénes vais a servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora habitáis. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor».

Que acuda tu mano en mi ayuda, porque he escogido tus preceptos.

En Cristo Jesús de nada vale estar o no estar circuncidados; lo que vale es la fe que actúa mediante el amor.

Así que lo mandó llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto”.

Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía.

Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: ―Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.

Trabajad, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre. Sobre este ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.

Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas.

y muchos judíos habían ido a casa de Marta y de María, a darles el pésame por la muerte de su hermano.

María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.




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