Él pidió una tablilla, en la que escribió: «Su nombre es Juan». Y todos quedaron asombrados.
su madre se opuso. ―¡No! —dijo ella—. Tiene que llamarse Juan.
El ángel le dijo: ―No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan.
Ve, pues, delante de ellos, y grábalo en una tablilla. Escríbelo en un rollo de cuero, para que en los días venideros quede como un testimonio eterno.
Y el Señor me respondió: «Escribe la visión, y haz que resalte claramente en las tablillas, para que pueda leerse de corrido.
»El pecado de Judá está escrito con cincel de hierro; grabado está con punta de diamante sobre la tabla de su corazón y sobre los cuernos de sus altares.
Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón.
Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: ―Os aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe.