Al verlo, Zacarías se asustó, y el temor se apoderó de él.
Cuando Gedeón se dio cuenta de que se trataba del ángel del Señor, exclamó: ―¡Ay de mí, Señor y Dios! ¡He visto al ángel del Señor cara a cara!
―¡Estamos condenados a morir! —le dijo a su esposa—. ¡Hemos visto a Dios!
Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último,
―¿Qué quieres, Señor? —le preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo. ―Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —le contestó el ángel—.
Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
Al entrar en el sepulcro vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron.
»Yo, Daniel, fui el único que tuvo esta visión. Los que estaban conmigo, aunque no vieron nada, se asustaron y corrieron a esconderse.