»Si el que peca es el sacerdote ungido, haciendo con ello culpable al pueblo, deberá ofrecer al Señor, como sacrificio expiatorio por su pecado, un novillo sin defecto.
Moisés tomó un poco del aceite de la unción y de la sangre del altar, y roció a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras. Así consagró Moisés a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras.
pero vosotros no vayáis a salir de la Tienda de reunión, no sea que muráis, porque el aceite de la unción del Señor está sobre vosotros». Y ellos hicieron lo que Moisés les dijo.