Luego se ofrecerá toda su grasa: la cola, la grasa que cubre los intestinos,
Al hígado y a los dos riñones les quitarás la grasa que los recubre, y la quemarás sobre el altar;
El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.
Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría.
No deberéis comerla cruda ni hervida, sino asada al fuego, junto con la cabeza, las patas y los intestinos.
El muslo derecho será la porción del sacerdote a quien le toque ofrecer la sangre y la grasa del sacrificio.