Cuando Josué despidió al pueblo, los israelitas se fueron a tomar posesión de la tierra, cada uno a su propio territorio.
Dicho esto, Josué les dio su bendición y los envió a sus hogares.
Por eso llamaron a aquel lugar Boquín, y allí ofrecieron sacrificios al Señor.
El pueblo sirvió al Señor mientras vivieron Josué y los ancianos que le sobrevivieron, los cuales habían visto todas las grandes obras que el Señor había hecho por Israel.