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Referencias Cruzadas

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Jueces 2:4

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Cuando el ángel del Señor les habló así a todos los israelitas, el pueblo lloró a gritos.

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13 Referencias Cruzadas  

Reconoced vuestras miserias, llorad y lamentaos. Que vuestra risa se convierta en llanto, y vuestra alegría, en tristeza.

La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte.

Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.

Dichosos vosotros que ahora pasáis hambre, porque seréis saciados. Dichosos vosotros que ahora lloráis, porque habréis de reír.

Sobre la casa real de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de súplica, y entonces pondrán sus ojos en mí. Harán lamentación por el que traspasaron, como quien hace lamentación por su hijo único; llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito.

Entre llantos vendrán, y entre consuelos los conduciré. Los guiaré a corrientes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Yo soy el padre de Israel; mi primogénito es Efraín.

Cala más una reprensión en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado.

Mientras Esdras oraba y hacía esta confesión llorando y postrándose delante del templo de Dios, a su alrededor se reunió una gran asamblea de hombres, mujeres y niños del pueblo de Israel. Toda la multitud lloraba amargamente.

Cuando los israelitas se reunieron en Mizpa, sacaron agua y la derramaron ante el Señor. También ayunaron durante el día, y públicamente confesaron: «Hemos pecado contra el Señor». Fue en Mizpa donde Samuel comenzó a gobernar a los israelitas.

Pues quiero que sepáis que no expulsaré de vuestra presencia a esa gente; ellos os harán la vida imposible, y sus dioses serán una trampa para vosotros».

Por eso llamaron a aquel lugar Boquín, y allí ofrecieron sacrificios al Señor.

Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá, que era la ciudad de Saúl, y le comunicaron el mensaje al pueblo, todos se echaron a llorar.

«Ahora bien —afirma el Señor—, volveos a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos».




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