Pero ellos le insistieron: ―¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
―Si es pecador, no lo sé —respondió el hombre—. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo.
―Ya os lo dije y no me hicisteis caso. ¿Por qué queréis oírlo de nuevo? ¿Es que también vosotros queréis haceros sus discípulos?
Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio.
Luego le preguntaron a Baruc: ―Dinos, ¿por qué escribiste todo esto? ¿Te lo dictó Jeremías?
así que los maestros de la ley y los fariseos, buscando un motivo para acusar a Jesús, no le quitaban la vista de encima para ver si sanaba en sábado.
―¿Cómo entonces se te han abierto los ojos? —le preguntaron.
Por eso los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había recibido la vista. ―Me untó barro en los ojos, me lavé, y ahora veo —respondió.