¡No! Pero esta gente, que no sabe nada de la ley, está bajo maldición.
Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron: ―¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?
Ellos replicaron: ―Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron.
que dicen: “¡Mantente alejado! ¡No te acerques a mí! ¡Soy demasiado sagrado para ti!” Todo esto me fastidia como humo en la nariz; ¡es un fuego que arde todo el día!
Por tanto, gobernantes insolentes de este pueblo de Jerusalén, escuchad la palabra del Señor:
¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes!
¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos?
Nicodemo, que era uno de ellos y que antes había ido a ver a Jesús, les interpeló: