―Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan.
―Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla.
―Ciertamente os aseguro que me buscáis no porque habéis visto señales, sino porque comisteis pan hasta llenaros.
Muchos son los que dicen: «¿Quién puede mostrarnos algún bien?» ¡Haz, Señor, que sobre nosotros brille la luz de tu rostro!
El Dios y Padre del Señor Jesús (¡sea por siempre alabado!) sabe que no miento.