Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado encima, y un pan.
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió, e hizo lo mismo con el pescado.
―Traed algunos de los pescados que acabáis de sacar —les dijo Jesús.
Los criados y los guardias estaban de pie alrededor de una fogata que habían hecho para calentarse, pues hacía frío. Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose.
Si los despido a sus casas sin haber comido, se van a desmayar por el camino, porque algunos de ellos han venido de lejos.
Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles acudieron a servirle.
―Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?
Jesús tomó entonces los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados.
Los otros discípulos lo siguieron en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a escasos cien metros de la orilla.