―Me voy a pescar —dijo Simón Pedro. ―Nos vamos contigo —contestaron ellos. Salieron, pues, de allí y se embarcaron, pero esa noche no pescaron nada.
―Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —le contestó Simón—. Pero, como tú me lo mandas, echaré las redes.
Recordaréis, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para proclamaros el evangelio de Dios, y cómo trabajamos día y noche para no seros una carga.
Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios, quien es el que hace crecer.
¿O es que solo Bernabé y yo estamos obligados a ganarnos la vida con otros trabajos?
Vosotros mismos sabéis bien que estas manos se han ocupado de mis propias necesidades y de las de mis compañeros.
y, como hacía tiendas de campaña al igual que ellos, se quedó para trabajar juntos.
Al despuntar el alba, Jesús se hizo presente en la orilla, pero los discípulos no se dieron cuenta de que era él.