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Referencias Cruzadas

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Juan 19:4

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Pilato volvió a salir. ―Aquí lo tenéis —dijo a los judíos—. Lo he sacado para que sepáis que no lo encuentro culpable de nada.

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16 Referencias Cruzadas  

Tan pronto como lo vieron, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron a voz en grito: ―¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ―Pues lleváoslo y crucificadlo vosotros —replicó Pilato—. Por mi parte, no lo encuentro culpable de nada.

―¿Qué es la verdad? —preguntó Pilato. Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos. ―Yo no encuentro que este sea culpable de nada —declaró—.

Entonces Pilato declaró a los jefes de los sacerdotes y a la multitud: ―No encuentro que este hombre sea culpable de nada.

El centurión, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: ―Verdaderamente este hombre era justo.

Pero vosotros sabéis que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado.

Porque Cristo murió por los pecados, una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevaros a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.

«Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su boca».

sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto.

Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.

En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; este, en cambio, no ha hecho nada malo.

Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!

Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. ―Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá vosotros!

Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues, por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño».

―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente. ―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!

Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos.

Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús. ―¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.




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