Los discípulos se miraban unos a otros sin saber a cuál de ellos se refería.
Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos haría esto.
Ellos se pusieron tristes, y uno tras otro empezaron a preguntarle: ―¿Acaso seré yo?
Ellos se entristecieron mucho, y uno por uno comenzaron a preguntarle: ―¿Acaso seré yo, Señor?
Cuando Jacob se enteró de que había alimento en Egipto, les dijo a sus hijos: «¿Qué hacéis ahí parados, mirándoos unos a otros?
Mientras comían, les dijo: ―Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.
Mientras estaban sentados a la mesa comiendo, dijo: ―Os aseguro que uno de vosotros, que está comiendo conmigo, me va a traicionar.
Pero sabed que la mano del que va a traicionarme está con la mía, sobre la mesa.
»No me refiero a todos vosotros; yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: “El que comparte el pan conmigo me ha puesto la zancadilla”.
Dicho esto, Jesús se angustió profundamente y declaró: ―Ciertamente os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.