»Ciertamente os aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
Por eso Jesús, que seguía enseñando en el templo, exclamó: ―¡Con que me conocéis y sabéis de dónde vengo! No he venido por mi propia cuenta, sino que me envió uno que es digno de confianza. Vosotros no lo conocéis,