Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos».
ya que el Padre mismo os ama porque me habéis amado y habéis creído que yo he venido de parte de Dios.
―¡Mirad cuánto lo quería! —dijeron los judíos.
―Rabí —objetaron ellos—, hace muy poco los judíos intentaron apedrearte, ¿y todavía quieres volver allá?
Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: ―Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!
―Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas,
Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas.
Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».
A pesar de eso, cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más donde se encontraba.