Vi además que nadie sabe cuándo le llegará su hora. Así como los peces caen en la red maligna y las aves caen en la trampa, también los hombres se ven atrapados por una desgracia que de pronto les sobreviene.
Los benjaminitas decían: «Los estamos derrotando como antes», pero los israelitas decían: «Huyamos, para que se alejen de la ciudad hasta los caminos».
«Iré tras ellos y les daré alcance —alardeaba el enemigo—. Repartiré sus despojos hasta quedar hastiado. ¡Desenvainaré la espada y los destruiré con mi propia mano!»