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Referencias Cruzadas

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Josué 2:3

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Así que le envió a Rajab el siguiente mensaje: «Echa fuera a los hombres que han entrado en tu casa, pues vinieron a espiar nuestro país».

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15 Referencias Cruzadas  

los jefes de ese pueblo aconsejaron a Janún, su rey: «¿Y acaso crees que David ha enviado estos mensajeros solo para darte el pésame, y porque quiere honrar a tu padre? ¿No será más bien que los ha enviado a explorar y espiar la ciudad para luego destruirla?»

La misma noche en que Herodes estaba a punto de sacar a Pedro para someterlo a juicio, este dormía entre dos soldados, sujeto con dos cadenas. Unos guardias vigilaban la entrada de la cárcel.

Después de arrestarlo, lo metió en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. Tenía la intención de hacerlo comparecer en juicio público después de la Pascua.

Pilato volvió a salir. ―Aquí lo tenéis —dijo a los judíos—. Lo he sacado para que sepáis que no lo encuentro culpable de nada.

En el día del desastre, el malvado se salva; ¡en el día de la ira, es puesto a salvo!

los jefes de ese pueblo le aconsejaron: «¿Y acaso crees que David ha enviado estos mensajeros solo para darte el pésame, y porque quiere honrar a tu padre? ¿No será más bien que han venido a espiar y explorar el país para luego destruirlo?»

De inmediato sacaron a los cinco reyes de la cueva: los reyes de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón.

«Saca al blasfemo fuera del campamento. Quienes lo hayan oído impondrán las manos sobre su cabeza, y toda la asamblea lo apedreará.

Nosotros le dijimos: “Somos gente honrada. No somos espías”.

Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente: ―Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada. ―¡Sacadla y quemadla! —exclamó Judá.

Pero el rey de Jericó se enteró de que dos espías israelitas habían entrado esa noche en la ciudad para reconocer el país.

Pero la mujer, que ya había escondido a los espías, le respondió al rey: «Es cierto que unos hombres vinieron a mi casa, pero no sé quiénes eran ni de dónde venían.

Al pasar los soldados de Absalón por la casa, le preguntaron a la mujer: ―¿Dónde están Jonatán y Ajimaz? ―Cruzaron el río —respondió ella. Los soldados salieron en busca de ellos, pero, como no pudieron encontrarlos, regresaron a Jerusalén.

―Quédate a la entrada de la tienda —le dijo él—. Si alguien viene y te pregunta: “¿Hay alguien aquí?”, contéstale que no.




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