Finalmente, todos los israelitas retornaron a Maquedá sanos y salvos. ¡Nadie en la comarca se atrevía a decir nada contra Israel!
Pero, entre los israelitas, ni los perros le ladrarán a persona o animal alguno. Así sabrán que el Señor hace distinción entre Egipto e Israel.
¿De quién queréis burlaros? ¿A quién le hacéis muecas y le sacáis la lengua? ¿Acaso no sois una panda de rebeldes y una descendencia de mentirosos?
No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será refutada. Esta es la herencia de los siervos del Señor, la justicia que de mí procede —afirma el Señor—.
Josué y el ejército israelita exterminaron a sus enemigos; muy pocos de estos pudieron refugiarse en las ciudades amuralladas.
Entonces Josué mandó que destaparan la entrada de la cueva y que le trajeran a los cinco reyes amorreos.