Al oír esto, los marineros se aterraron aún más y, como sabían que Jonás huía del Señor, pues él mismo se lo había contado, le dijeron: ―¡Qué es lo que has hecho!
Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del Señor. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor.
Joab le respondió: ―¡Que el Señor tu Dios multiplique cien veces las tropas de mi señor el rey, y le permita llegar a verlo con sus propios ojos! Pero ¿qué lleva a mi señor el rey a hacer tal cosa?
Josué exclamó: ―¿Por qué has traído esta desgracia sobre nosotros? ¡Que el Señor haga caer sobre ti esa misma desgracia! Entonces todos los israelitas apedrearon a Acán y a los suyos, y los quemaron.