¡Despertad, borrachos, y llorad! Gemid, todos los entregados al vino, porque el vino dulce os fue arrebatado de los labios.
Ahora escuchad, vosotros los ricos: ¡llorad a gritos por las calamidades que se os vienen encima!
»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos banquetes todos los días.
Se repartieron a mi pueblo echando suertes, cambiaron a niños por prostitutas y, para emborracharse, vendieron niñas por vino.
Vestíos de duelo y gemid, sacerdotes; lamentaos, ministros del altar. Venid, ministros de mi Dios, y pasad la noche vestidos de luto, porque las ofrendas de cereales y las libaciones han sido suspendidas en la casa de vuestro Dios.
Secaos también vosotros, labradores; gemid, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se ha perdido la cosecha de los campos.
«Hijo de hombre, profetiza y adviérteles: »Así dice el Señor: “Gemid: ‘¡Ay de aquel día!’
Por esto, vestíos de luto, lamentaos y gemid, porque la ardiente ira del Señor no se ha apartado de nosotros.