¿No se nos arrebató el alimento ante nuestros propios ojos, y la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios?
Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa.
Vestíos de duelo y gemid, sacerdotes; lamentaos, ministros del altar. Venid, ministros de mi Dios, y pasad la noche vestidos de luto, porque las ofrendas de cereales y las libaciones han sido suspendidas en la casa de vuestro Dios.
Pero entonces el otro protestará: «Yo no soy médico, y en mi casa no hay pan ni manto; ¡no me hagas líder del pueblo!»
Sentíos orgullosos de su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al Señor.
Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.